80 andaluzas, 80 empresarias

Cuando conoces a esta mujer enseguida te ves atrapada por su sentido del humor. Son contadas las ocasiones en las que le visto un gesto serio o grave, que inmediatamente cambia para esbozar esa amplia sonrisa que tanto la caracteriza y que tanta cercanía y afinidad transmite.

Hay una frase que repite varias veces a lo largo de la entrevista: “siempre hay que poner al mal tiempo buena cara”; frase que a diario pone en práctica, y que si hace algunos años debía proponerse ejercitar, hoy forma parte de su manera de ver y entender la vida.

Rosario no se felicita por los errores cometidos, pero acepta que de ellos ha aprendido mucho más que de los aciertos. “Me han enseñado a defenderme y a saber distinguir lo que es verdaderamente importante, de aquello a lo que damos importancia en un momento dado”. Lo que no significa que le agrade equivocarse y tomar decisiones desacertadas, muy al contrario, su carácter perfeccionista y su nivel de autoexigencia, casi “le niegan” la posibilidad de incurrir en fallos.

En la gestación de su carácter, sin duda, ha influido su madre…, “que renunció a su carrera para ejercer de madre y esposa”, de la que aprende que el valor de las cosas radica en el esfuerzo que se haga por conseguirlas; pero también, su padre, un hombre para el que sólo tiene palabras de elogio, y del que siente un sincero orgullo…”ha sido el referente para mi y para mi hermano, del que a medida que van pasando los años voy descubriendo la grandeza de los valores que me ha transmitido”.

Disciplina, capacidad de sacrificio, honradez, la satisfacción por el trabajo bien hecho, se siente una mujer afortunada, “porque son la mejor herencia y el más grande patrimonio que he recibido de ellos”.

Su infancia trascurre, como después toda su vida, en la ciudad de Sevilla. Ha vivido en distintos sitios, ha viajado mucho, a veces motivada por la profesión de su padre, otras por el gusto de viajar, o posteriormente, por sus propias obligaciones laborales…pero siempre vuelve a Sevilla.

La unión que existía en su familia, es lo que más percibe de esa época de su vida…”éramos una piña, los cuatro, mis padres, mi hermano y yo, hemos estado siempre muy unidos. No tengo ni un solo recuerdo importante de mi niñez que no sea junto a mi familia,…el verdadero sentido de querer y compartir lo aprendí de ellos y con ellos”.

Es una buena estudiante, la constancia y tenacidad, las mejores aliadas, y ese sentido del amor propio según el cual, si lo demás pueden hacerlo yo también. “Era muy machacona y perseverante, además tengo que decir, que disfrutaba estudiando…hasta que llegué a la facultad”.

Su verdadera vocación era el Periodismo, pero las condiciones económicas de la familia no le permitían estudiar fuera de Sevilla. Las opciones que baraja son Historia del Arte y Derecho. Se decide por esta última, considerando, desde un punto de vista práctico, que podía tener más salidas laborales. “Me dejé aconsejar por mi padre, que me recomendó que optará por una carrera que me permitiera en el futuro tener más posibilidades de encontrar empleo”.

A los 24 años accede a su primer empleo como administrativa en una empresa de alimentación. Valora esta experiencia de trabajo por lo mucho que allí aprendió. “Tenía claro que no me iba a ser siempre administrativa, pero me lo plantee más que como un puesto de trabajo como un periodo de aprendizaje, en el que hice de todo y decía que sí a cualquier tarea que me proponían”.

Permanecerá en la empresa durante tres años al cabo de los cuales había asumido el puesto de Jefa de Administración.

La formación y experiencia adquiridas, le permitieron acceder sin demasiadas dificultades a una nueva oferta de empleo.

A veces la coincidencia en el mismo tiempo y lugar de varias circunstancias influyen y propician determinadas decisiones a las que sólo el devenir de los acontecimientos dan sentido.

Al menos eso fue lo que le sucedió a esta mujer, porque a los problemas económicos que surgen en la empresa en la que estaba empleada, se unía su insatisfacción por el trabajo que desempeñaba…”casualmente me enteré que se iba a poner en marcha por primera vez en Sevilla un Master en Dirección y Administración de empresas ….,pude acceder al temario y me pareció muy interesante”. Toma la que ella considera la primera inversión arriesgada de su vida.  “Tenía un poco de dinero ahorrado, así que, me marché de la empresa y decidí  dedicarme a tiempo completo al Master”.

Sin dudarlo, esta formación se convertirá en el germen de su posterior experiencia empresarial, y en su opinión, la enseñanza más enriquecedora y útil a la que ha podido acceder… “y a la que a pesar de los años trascurridos continúo sacando provecho”.

Todo sucede de manera casi vertiginosa. Tras finalizar el Master, con un magnífico currículo bajo el brazo y consciente de la experiencia laboral que poseía, le surgen varias ofertas de trabajo. Mujer ambiciosa en lo profesional, se sabe cualificada y sobradamente preparada para acceder a puestos de responsabilidad para los que no era contratada bajo la excusa de que además de ser muy joven, éstos nunca habían sido ocupados por mujeres.

Pero la vida casi siempre nos ofrece alternativas, lo importante es estar lo suficientemente atentas y alertas como para poder ser capaces de verlas.

En el caso de esta mujer, vino de la mano de cinco personas, ya entonces amigas, que había conocido realizando el Master.

“Nos reunimos infinidad de veces, estudiamos a fondo nuestras posibilidades, materializamos nuestra idea en un plan de negocio, que sorprendentemente era viable y rentable”.

Así surge la consultora Formación y Mercado, especializada en formación empresarial y estudios de mercado.

En su opinión lo tenían todo. El punto de partida, desde el punto de vista técnico, era perfecto: conocían el mercado, contaban con experiencia, tenían formación “y todas las ganas de trabajar y tener éxito”.

“Pero un proyecto empresarial es como una carrera de obstáculos” y en los inicios encontraron dos obstáculos lo suficientemente serios para hacer tambalear la empresa: la escasez de recursos económicos y la juventud de todo el equipo emprendedor, que en ocasiones, restaba confianza y credibilidad entre la posible clientela. “A pesar de todas las dificultades, salimos adelante y supimos gestionar la empresa”.

Con el paso de los años y debido a motivos personales que no vienen al caso, la sociedad quedó reducida a dos socias, que finalmente decidieron disolver la sociedad, pues, sus intereses profesionales les llevaron por caminos distintos.

Tras la disolución de su primera empresa, se planteó la posibilidad de abandonar el mundo empresarial pero sus amigos y familia le animaron a seguir en lo que realmente le gustaba, gracias también al apoyo de un gran amigo  que se ha convertido en el hombre más importante de su vida, sus buenos consejos le devolvieron la confianza en si misma, y decidió volver a intentarlo y crear una nueva empresa de consultoría.

Esta fue una de las mejores decisiones que tome en mi vida. Ahora, a toro pasado, esta eternamente agradecida a que este hecho sucediera porque le abrió nuevas vías y nuevas puertas.

Esta nueva aventura con Gestión Dinámica duró 4 años, y en su desarrollo especializado en el sector de la formación encontraron la forma de diversificar su actividad hacia otra actividad emergente, el turismo.

Recordando una de sus apuestas empresariales confiesa:

“Es una empresa a la que tienes que poner mucho amor y ternura, porque la inversión es muy alta y no te puedes plantear recuperarla en poco tiempo.

Las dificultades de ayer son muy distintas a las de hoy, pero no sabría vivir sin ellas, creo que es hasta positivo contar con ellas, te mantienen siempre ágil y activa”.

Y esto no es el final, es un camino abierto a un futuro prometedor y en el que pienso siempre en ir hacia delante y seguir creciendo y creando nuevos proyectos empresariales.

Extracto del libro «80 mujeres, 80 empresarias»